Inicio confuso, desilucionante. Un casi treintañero, (bueno no tanto), espera en el cine a su cita. Está emocionado, probablemente enamorado, pero.. Pasan los minutos y nada, nadie aparece.. Lo han plantado.
Este joven, Matsamura Fumihiko, es, digámoslo así, un sujeto nada especial, del tipo perdedor, aparentemente. Trabaja en marketing para una compañía, sin destacar nunca profesionalmente, y vaya que lo ha intentado. Ya ni hablar del amor, o su suerte general.. Vaya suerte.
Así lo plantan en el cine, aparece una chica lindísima, Onda Aka, amante del cine de Audrey Hepburn y seiyuu en desarrollo, y, sin darse cuenta, se hacen de amena conversación. Matsumaru parece un poco más tranquilo, pero al salir del cine, descubre a la mujer que lo plantó con otro tipo, que resulta ser su verdadero novio.
La depresión toca fondo, así que Aka lo lleva a distraerse, pero la suerte ya esta echada, y esa misma noche que se conocen, la casa de Aka se hunde en llamas, dejándola sola y en la calle.
Matsamura siente lo ocurrido y la deja vivir por un tiempo en su casa, claro está, en secreto, porque ohh coincidencias, pronto descubren que ella será la voz del nuevo comercial de aperitivos Inoue, mismo que, por fin, dirigirá Matsamura.
Una pasión no admitida, un montón de situaciones pervertidas, ya cotidianas, y un amor difícil de realizar. Antes se interpondrán otras cosas, y podría alejarlos, seduciéndolos con cosas tan incípidas como el éxito, en una serie, que lejos de ser original, está bastante bien desarrollada, divertida, muy sentida.
